jueves, 19 de septiembre de 2013

Sobre el necesario y urgente empoderamiento de la ciudadanía


Javier Caso Iglesias | Analista Político y Activista Social

Fuente: Pasión por la dialéctica

En el momento político y social actual se hace muy necesario que las ideas relativas a una nueva forma de relación entre las personas, las organizaciones y los territorios vaya abriéndose paso con fuerza para que las conciencias se activen. Igual que a partir de 1789 un Nuevo Régimen, con otros protagonistas políticos y sociales, se impuso al Antiguo Régimen; hoy en día hemos de realizar un cambio de similar envergadura al llevado a cabo por la revolución francesa. Un nuevo empoderamiento se hace necesario. Si entonces se empoderó la burguesía en detrimento de los monarcas absolutos, hoy en día se ha de empoderar la ciudadanía, el pueblo soberano, en detrimento de una burguesía que se ha convertido en un lastre para la sociedad. Cada fase de la historia está marcada por una mayor expansión en el número de personas empoderadas.

Este empoderamiento ciudadano, este empoderamiento del pueblo soberano, también ha de restar poder a los hasta ahora "representantes" de este pueblo para asumirlo por sí mismo; pues, como escribieran Carlos Marx y Federico Engels, "la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma". Más viendo que el empoderamiento de una casta política y sindical de "representantes" del pueblo no ha traído consigo la liberación de este, sino la debilitación de los derechos que la propia clase social había adquirido con las luchas en las que directamente participó.

Es de vital importancia que el pueblo soberano entienda que no debe de permitir que las herramientas que crea para su defensa (partidos políticos, sindicatos, ...) se transformen en un fin en sí mismo y equivoquen, por ello, sus objetivos. Si empoderamos a una herramienta política o sindical, en vez de al pueblo, esta se termina haciendo sectaria, excluyente y laborando exclusivamente por su perpetuación como estructura, alienando en este proceso a la ciudadanía a la que debía de servir y transformándola en su servidora (reificándola, cosificándola); y a los "representantes" que dirigen a la herramienta política o sindical los transforma en casta profesional con intereses antagónicos incluso a los de los propios representados. Hoy en día se puede apreciar esto muy claramente, pues los partidos de izquierda alternativa compiten entre si en las elecciones políticas; las organizaciones sindicales de izquierdas compiten entre sí en las elecciones sindicales. Todo un sinsentido.

Es por esta razón que Marx y Engels entendieron siempre al partido no como a una organización concreta y específica, sino como la suma del conjunto de organizaciones formales e informales en las que se organizaba la clase obrera. Con esta concepción se apuesta por algo vivo y no por una estructura que se pueda empoderar y conformar una casta profesional que labore exclusivamente por su perpetuación sacrificando en este proceso incluso los intereses de aquellas personas que debería defender. Lo que ahora llamamos organizaciones del lado izquierdo del sistema son una buena muestra y ejemplo de ello, cuyas consecuencias estamos padeciendo en nuestras propias carnes.

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