Por: Óscar Lomba Álvarez *
Todos tenemos muy presente el terrible genocidio de Ruanda que supuso el intento de exterminio de toda la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu en 1994. En el pasado, en Ruanda se distinguían dos estamentos dentro de la etnia banyaruanda, a la que pertenecía casi toda la población: la mayoría hutu y la minoría tutsi. No existe ningún rasgo racial ni lingüístico específico que diferencie a hutus y tutsis. En abril de 1994 el asesinato del general Juvénal Habyarimana y el avance del Frente Patriótico Ruandés desencadenaron un montón de masacres en todo el país contra los tutsis obligando a un desplazamiento masivo de personas hacia campos de refugiados situados en la frontera con los países vecinos, en especial el Zaire (hoy República Democrática del Congo). En agosto de 1995 tropas zaireñas intentan expulsar a estos desplazados a Ruanda. Catorce mil personas son devueltas a Ruanda, mientras que otras 150.000 se refugian en las montañas. Más de 800.000 personas fueron asesinadas y casi cada una de las mujeres que sobrevivieron al genocidio fueron violadas. Muchos de los 5.000 niños nacidos fruto de esas violaciones fueron asesinados. Y sin embargo, ¿Qué hizo la comunidad internacional? Pues, sencillamente, nada. ¿Por qué? Me imagino que tiene que ver con su escaso interés económico para las potencias occidentales y por su carencia de recursos naturales y energéticos. Ruanda se basa en una economía de subsistencia que ocupa al 90% de su población. El país carece de recursos naturales y minerales de importancia, además de sufrir constantemente de sequías, escasez alimentaria y un pobre desarrollo tecnológico.
Ahora conocemos que en Siria se está produciendo una sangrienta guerra civil, un conflicto muy violento y cruento, sólo que en esta ocasión parece que a la comunidad internacional le preocupa muchísimo. Durante el presente año, todo el país estaba inmerso en una guerra brutal; cada rincón de Siria ha sido escenario de fuertes tumultos e incluso enfrentamientos armados entre los rebeldes y el gobierno, lo que trajo consigo un incremento exponencial de la espiral de violencia que desembocó en terribles batallas y presuntos bombardeos indiscriminados y, especialmente, la supuesta utilización de armas químicas por ambos bandos. Estos hechos, a su vez, han causado la muertes de miles de personas y un éxodo masivo de la población hacia naciones vecinas, además, los combates han causado la destrucción de muchas ciudades y de milenarios monumentos e importantes patrimonios. Naciones Unidas ha informado que los muertos en el país son más de 100.000 y el número de refugiados asciende a más de 2.000.000, convirtiendo a esta guerra civil en una de las peores crisis de nuestro siglo
También supimos que Senadores del Partido Republicano, de Estados Unidos, volvieron a hacer recientemente declaraciones instando el presidente Barack Obama a organizar una fuerza internacional para intervenir militarmente en Siria, bajo el pretexto de impedir la supuesta utilización de armas químicas. Durante la semana pasada, los gobiernos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido alegaron tener evidencias que demostrarían su supuesto uso por parte del gobierno de Damasco contra población civil en algunas zonas “rebeldes”.
El propio presidente estadounidense, Barack Obama, advirtió recientemente, al gobierno del presidente Bashar al-Assad de que el uso de armas prohibidas por parte de las fuerzas de seguridad sirias provocaría un cambio en las reglas del juego en el conflicto que se extiende en el país árabe hace más de dos años.
El gobierno sirio no se limitó a rechazar las acusaciones de los EE.UU, Francia y Reino Unido, volvió a asumir solemnemente el compromiso ante la comunidad internacional de que no utilizará jamás armas químicas, no sólo porque respeta la legislación internacional, el convenio de Ginebra, todos los protocolos adicionales y el resto de reglas de la guerra, sino también por razones humanitarias y morales.
Opino que resulta evidente que los círculos más intervencionistas y belicistas del imperialismo estadounidense y sus aliados están preparando, con sus falsas alegaciones, tal como lo hicieron en Irak, el escenario para una dura intervención militar en la Siria.
Desde el inicio de la crisis en Siria, en marzo de 2011, Estados Unidos y sus aliados europeos y en la región del Oriente Medio no consideran otra solución para el país árabe y continúan dando apoyo a los grupos de mercenarios armados y terroristas para derrocar el gobierno del presidente Bashar al-Assad.
La propia evolución de los acontecimientos revela que las potencias imperialistas no quieren ni el diálogo, ni la democratización de Siria, ni los derechos humanos, pues sistemáticamente rechazaron todas las iniciativas tomadas en ese sentido, inclusive reformas políticas por la vía de enmiendas constitucionales, la adopción del pluripartidarismo, la convocatoria de elecciones, los cambios ministeriales y las gestiones autorizando al diálogo y la reconciliación nacional.
Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados en la región establecieron una estrategia que prevé la intervención militar, la ocupación y la disgregación de Siria. Tácticamente, luchan en el terreno diplomático para obtener un mandato en esa dirección por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, al tiempo que sabotean toda iniciativa de diálogo y paz hecha bajo la cobertura de ese organismo.
El conflicto en Siria es un nuevo foco de tensión internacional debido al intervencionismo de las potencias imperialistas, que nuevamente demuestran ser la verdadera amenaza a la paz mundial.
En momentos como este, es necesario defender el diálogo, la negociación, la paz y luchar contra las intervenciones militares que violan los derechos de los pueblos, su soberanía nacional y provocan tragedias. Y reafirmar el principio de que solamente el pueblo de cada país tiene el derecho de decidir sobre su futuro, sobre su forma de gobierno, sistema político y socioeconómico.
Al preparar la intervención en Siria, las potencias imperialistas demuestran su doble rasero a la hora de decidir una intervención militar. En el caso de Ruanda no hicieron nada porque lo único que había en juego eran miles y miles de vidas humanas. Ahora lo que está en juego, además de las vidas humanas, es el petróleo, el gas y la posición geoestratégica de Siria en ese lugar.
* Oscar Lomba Álvarez (Vigo 1966) Licenciado en Derecho-Económico por la Universidad de Vigo y Diplomado en Magisterio por la Universidad de Santiago de Compostela. Fue colaborador de Radio Piratona. Ex-vicepresidente de la Cooperativa Árbore. Ha colaborado con los siguientes medios: Coiote, Diario 16 de la Galicia, A Nosa Terra, A Peneira, Kalaikia, Galicia Hoxe, Xornal de Galicia, A Trabe de Oro, Tempos Novos, La Voz de la Galicia, Atlántico Diario, El Foro Metropolitano, Diario Liberdade, Pensamiento Crítico y Tribuna Socialista. Actualmente trabaja en la Gerencia de Atención Primaria del SERGAS (Servicio Gallego de Salud) en Vigo. Es asesor jurídico de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca - stop desahucios. Ex-miembro de la Coordinadora Nacional de ANOVA y actual co-portavoz de Nova Esquerda Galega.
Excelente articulo. Felicitaciones Oscar Lomba.
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