jueves, 30 de enero de 2014

La iniciativa Podemos. Por Íñigo Errejón

La Iniciativa Podemos, impulsada por activistas e intelectuales, de cara a las elecciones de mayo al parlamento Europeo, se reclama “no un partido ni una coalición de partidos sino un método para el protagonismo ciudadano y popular”. Propone que las fuerzas políticas por la superación del régimen caduco de 1978 y de la Unión Europea neoliberal y oligárquica confluyan en torno a un programa mínimo de recuperación de la democracia y la soberanía popular secuestradas, freno a los recortes y el empobrecimiento y rechazo de la deuda ilegítima. Propone además que la composición de las listas electorales y del programa final sea el resultado del protagonismo ciudadano abierto. Ello porque parte de la premisa de que hay mucho más descontento popular fuera de las organizaciones políticas tradicionales que dentro, y que la construcción de un pueblo por el cambio político y la refundación del país (o, en el caso del Estado Español atravesado por la plurinacionalidad, los países) pasa por mecanismos de participación que cuenten con, pero vayan más allá de, los procedimientos internos de las organizaciones.

Podemos ha iniciado un proceso de recogida de apoyos que ya ha agitado notablemente el tablero político y abre una posibilidad de incorporar a él importantes bolsas de descontento inorgánico. La iniciativa solicitó para dar el siguiente paso adelante recibir al menos 50 mil avales ciudadanos por internet antes del 8 de febrero: los logró en menos de 48 horas y ahora continúa por los 75 mil. Al mismo tiempo, se han ido creando, en un interesante proceso de desbordamiento, “Círculos Podemos” por todo el país, en muchos casos por ciudadanos anónimos, que plantean ahora el reto de saber estructurar este modesto pero creciente caudal político en formas democráticas de participación que no asfixien la ilusión en el militantismo ni entren a disputar un hueco en el abultado y estrecho mercado de siglas existentes.

Al menos tres rasgos de la iniciativa Podemos remiten a las enseñanzas de los procesos de ruptura popular y cambio político en Latinoamérica, que algunos de sus impulsores han estudiado en profundidad. En primer lugar, el uso estratégico de los liderazgos, en particular mediáticos, como el de Pablo Iglesias, y de formas plebiscitarias como palancas para abrir dinámicas de protagonismo popular, algo que fricciona con la matriz liberal de buena parte de las izquierdas europeas. En segundo lugar, la impugnación del modelo según el cual (pese a las numerosas experiencias en contra) la fuerza se acumula en “lo social” y después se expresa en “lo político”, apostando por el contrario porque sea la dinámica político-electoral un momento de articulación de voluntad popular por el cambio donde antes sólo había fragmentos. En tercer lugar, la convicción de que para alterar sustancialmente las correlaciones de fuerza los que desafían el orden constituido deben proponer nuevos alineamientos, nuevas fronteras que construyan nuevas identificaciones. De ahí la voluntad de tener un pie en el sentido común de su tiempo y otro en sus posibilidades más avanzadas. De ahí el discurso democrático-popular y relativamente transversal, que asalta los significantes vacíos fundamentales de su tiempo (“democracia”, “país/patria”, etc.) con el que la iniciativa está ampliando el campo político usando un lenguaje y unas figuras que van más allá de los marcos de la izquierda, para incorporar y articular el descontento con la “casta política” y los recortes, en un sentido plebeyo-ciudadano (aquí es clave la traducción geopolítica de las experiencias latinoamericanas) y transformador (lo que en el caso español sólo puede significar destituyente-constituyente) en lugar de gatopardiano o conservador.

Sea cual sea la evolución de esta arriesgada iniciativa, ha llegado a remover un escenario político en impasse, más necesitado de audacia, comprensión de la contingencia de la política y miradas largas que de prudencias y apego a las sagradas escrituras, que han sido contradichas en todos y cada uno de los procesos de ruptura e irrupción popular.

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