Técnicamente hablando, la competitividad se
define como la capacidad que tiene un determinado país para vender sus
productos en los mercados internacionales en oposición a la capacidad de otros
países competidores.
(…) promover la rebaja salarial en una
economía (…) es empobrecer no sólo a los propios trabajadores sino también a la
economía en su conjunto y por supuesto a sus propias empresas. Rebajas en los
salarios acompañadas de la supresión de medidas de prestaciones sociales y de
una reducción generalizada del gasto público sólo pueden llevar a un estancamiento
de la crisis, pues la economía carecerá del impulso necesario para superarla.
Y, de hecho, eso es lo que está ocurriendo desde que los gobiernos, siguiendo
la presión de los bancos y de las grandes empresas (…) acordaron por desgracia
suprimir los programas de gasto y apoyo a la actividad económica.
(…) las empresas más grandes que tienen su demanda
interior cautiva y también mucha actividad en otros países y que, por tanto, no
dependen tanto del nivel salarial global, son las que imponen las políticas de
bajos salarios.
Estas últimas empresas, (…) cuyas ventas no dependen tanto del nivel de
salario (…) sí pueden conseguir mayores beneficios si bajan el montante total
de salarios nacionales, porque venderán más o menos lo mismo y entonces operarán
con menos costes. Pero las empresas (sobre todo las pequeñas y medianas) que
venden principalmente al interior y mucho más en función de la renta de los
consumidores sí se verán muy afectadas si baja el montante de los salarios.
(…) Lo que ocurre es que las formas de
incrementar la productividad son variadas, no son fácilmente cuantificables e
implican un tipo de distribución de los ingresos más complejo y conflictivo,
sobre todo porque obliga a dar a los trabajadores participación y una cierta
capacidad de decisión sobre las estrategias empresariales. Y esto último
implica ceder una parte del poder que los empresarios tienden a concentrar en
el seno de la empresa.
(…) Resulta entonces que lo que está
haciendo menos competitivas a las empresas y a las naciones de la zona euro no
es que suban los salarios (…) sino que los mercados están dominados por grandes
empresas que tienen poder suficiente para subir los precios o para mantenerlos
cuando bajan los costes.
(…) La alternativa debe ser otra. Por un
lado tratar de mejorar la posición en los mercados mediante estrategias basadas
en la mayor productividad, en la calidad y en la innovación y no en la simple
reducción del salario. Y, por otro lado, establecer la cooperación como
principio que guíe las relaciones económicas, favoreciendo acuerdos y sinergias,
la colaboración y el estímulo mutuo para encontrar fórmulas orientadas
fundamentalmente a satisfacer las necesidades humanas y no sólo a que las
grandes empresas obtengan cada vez más beneficio a costa de limitar la
capacidad global de producir los bienes y servicios que necesitan los seres
humanos.
© Vicenç Navarro,
Juan Torres y Alberto Garzón
Hay alternativas.
Propuestas para crear empleo y bienestar social en España
Ed.
Sequitur, 2011
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