sanborondon | suenosyquimeras
Hay que reprochar enérgicamente a ciertos
líderes del PP la condena que hacen de los escraches,
comparándolos con prácticas totalitarias o fascistas. De un partido que
gobierna se debe esperar una adecuada contención verbal ante aquellos
conflictos que afectan gravemente a una parte de la ciudadanía, como son los
desahucios. La táctica de estos dirigentes populares no es otra que desviar el
foco de atención del asunto y cargar las tintas contra la protesta, para que la
ciudadanía olvide el motivo de la misma, que no es otro que presionar a los
diputados del PP para que, en la tramitación de la ILP contra los desahucios, aprueben
en dicha norma medidas efectivas que impidan el auténtico escrache que la ejecución hipotecaria española produce: la pérdida
de la vivienda habitual y la continuación de la deuda económica.
La nefasta
comparación de los escraches que
hacen algunos dirigentes del PP con prácticas totalitarias o fascistas se
califica por sí misma, cuando se comparan los motivos de unas y otros. En un
caso, se trata de imposiciones
ideológicas y, en otro, de la reparación de justicia, pues no hay que
olvidar que hasta el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha sentenciado
que la ley hipotecaria española no respeta los derechos de los consumidores en
el caso de las ejecuciones hipotecarias. Y hay que añadir, además, que hasta
los jueces y magistrados españoles, antes de dicha sentencia, ya comenzaron a
movilizarse jurisprudencialmente contra dichas ejecuciones. Esos dirigentes del
PP, con sus viscerales declaraciones y su desprecio a los desahuciados,
vulneran el principio de representatividad que los electores les han otorgado,
pues abandonan la defensa de los intereses generales del pueblo y se
atrincheran en la defensa numantina de los intereses bancarios. Solo así se
puede entender la férrea oposición de dichos políticos a la dación en pago,
siempre argumentando que en España no es posible por la indefensión jurídica
que provocaría o por la quiebra del sistema bancario, cuando en realidad dichas
argumentaciones solo esconden la defensa del gran negocio de la banca: quedarse
con las viviendas desahuciadas, seguir cobrando la deuda hipotecaria, y
revender después dichas viviendas a nuevos compradores.
La gran banca
se ha apresurado a ejecutar los desahucios porque ha visto en ellos la mejor
manera de recuperar lo invertido y de sanear, además, sus balances desequilibrados.
Y encuentra en ciertos partidos políticos la mejor defensa de sus intereses
como, por otro lado, lleva haciendo durante dos siglos, como mínimo. En otros
países existe la dación en pago y ni se quiebra la defensa jurídica ni la
unidad de mercado ni quiebra tampoco el negocio bancario. Creo que ciertos
dirigentes políticos están nerviosos ante los escraches porque éstos ponen en evidencia los intereses espurios
que mueven a ciertos partidos políticos a seguir actuando como lacayos de la
banca. Yo les recordaría a esos dirigentes los tiempos en que,
sin embargo, el PP defendía las concentraciones ante domicilios de políticos
nacionalistas o herriko tabernas en
Euskadi en los años noventa y dos mil, a las que también se apuntaba la ahora
líder de UPyD, Rosa Díez; o las concentraciones de grupos antiabortistas en
clínicas privadas.
Pienso, por
último, que los escraches son una
variedad más del derecho a la libre manifestación, siempre que se ejerciten de
manera pacífica, como así lo demuestra, por otro lado, la última encuesta
distribuida al respecto, donde un 59% de españoles los apoya como instrumento
pacífico de protesta. El PP, sin embargo, con sus extemporáneas declaraciones y
medidas policiales, sigue legislando y gobernado en contra de la mayoría
social. Tarde o temprano, lo pagará en las urnas, como ya lo hizo en 2004.
Parece que, desde entonces, los populares ni han aprendido nada ni quieren
aprender sobre eso que, sin embargo, tanto exigen a otros partidos que
gobiernan: la centralidad en el poder ejecutivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario