sábado, 13 de abril de 2013

La calle de la THATCHER


MARIO RODRIGUEZ | Secretario General de Iniciativa Socialista de Madrid (ISIM)

La última ocurrencia del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid con la sin par Ana Botella a la cabeza ha sido nada menos que dedicarle una calle a la recientemente fallecida líder ultraconservadora británica y gran liquidadora de derechos sociales y humanos Margaret Thatcher.

Al sufrido madrileño que le toque en (mala) suerte vivir en la calle, calleja, avenida, glorieta o costanilla de la Dama de Hierro habría que explicarle los motivos que unen a este despreciable personaje de la historia con minúsculas con Madrid.

Madrid es la capital de España, o del Estado español, o de las Españas, esto va a gusto del consumidor, y, por si no lo sabía el sufrido lector madrileño, la señora Thatcher tuvo una relación muy especial con nuestro país, cuyos principales hitos fueron el permanente torpedeo de las negociaciones para la adhesión de España a la UE, entonces CEE (aunque visto el resultado, casi que nos estaba haciendo un favor), el permanente recordatorio a los gobiernos de Madrid de que Gibraltar es territorio británico, enviando barcos militares a hacer maniobras al estrecho y miembros de la Familia Real inglesa de visita al peñón y su última gran aportación a las relaciones hispano-británicas fue proclamar a finales de los noventa que España no era una democracia ni de lejos (algo de razón tenía, ciertamente) mientras tomaba té con pastas con su íntimo amigo el genocida chileno Pinochet retenido a la sazón en Londres mientras se decidía su extradición a la no democrática España, en donde la Justicia le reclamaba por sus crímenes contra la humanidad, por parte del democrático gobierno de Londres que finalmente le envío de vuelta a su casa sin rendir cuenta alguna.

Bien, pues estas tres razones han debido de pesar muy poco en los ligeros cerebros patrióticos de los ediles madrileños del PP frente a la inapelable condición de la Thatcher como lideresa espiritual de la derecha ultraliberal mas rastrera. No en vano permitió entre otras lindezas que mineros huelguistas se murieran literalmente de hambre, recortó el Estado británico hasta dejarlo en poco más que la reina Isabel y su peculiar familia, privatizó hasta los ríos ingleses y organizó una guerra, la de las Malvinas, contra un país hermano de España, por cierto,  en contra de todos sus asesores, con el único objetivo de ganar unas elecciones que tenía perdidas por su deshumanizada política.

Ya ven en donde termina el patriotismo del PP. En sus dineros, que son muy patriotas pero de Suiza, y en la Thatcher, que no importa la relación que haya tenido con nuestro país. Lo importante es que hizo la política soñada por ellos y, no en vano, es la mentora ideológica de esa otra dama de hierro llamada Esperanza, tan bruja, mala e inhumana como ella, o más aun si cabe, y que desde hoy humillará a Madrid con su indeseable nombre bautizando una calle.

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