Fuente: www.mario-erre.blogspot.com.es
Hablando de escraches, lo primero que diré es que me parece muy justo y acertado que se sepa públicamente que supuestos representantes de los ciudadanos prostituyen esa representatividad y se la entregan a la banca ladrona y a los mercados financieros que nos están robando y asesinando a cámara lenta desde 2007.
Y tengo la impresión de que igual que yo la mayoría de los ciudadanos, dentro del hartazgo que produce ya este robo legal al que llaman crisis, ven si no con buenos ojos, al menos con simpatía esta práctica importada de la Argentina que reclamaba justicia para las víctimas de una terrible dictadura, a cuyos responsables unos también supuestos representantes habían puesto en la calle, previo pago de su importe, con las leyes de obediencia debida, punto y final y los indultos menemistas.
En el caso argentino los escraches consiguieron su objetivo, y hoy en día los genocidas que siguen vivos están nuevamente a buen recaudo, por lo que hay que deducir que esta práctica puede llegar a ser útil, y, quizás por eso, sus destinatarios, están tan nerviosos.
No responden sus temores a la seguridad de sus familias y domicilios, que saben bien cuidadas por sus perros rabiosos cifuentinos y porque además los “escrachadores” no son violentos, sí no que lo que realmente les preocupa a estos diputados es su seguridad financiera y no cabrear a Emilio Botín, Isidro Fainé o al delincuente mal indultado de Alfredo Sáenz.
Hay algunas diferencias entre el caso argentino y el español. En el caso argentino directamente iban a las casa de los asesinos. Aquí, de momento van a las de sus mayordomos los diputados del PP.
En cualquier caso, no voy a quitarle razón a los dirigentes políticos que se quejan de los escraches, porque es lógico que no les guste que en sus portales les recuerden que están vendidos a la banca, y que prefieren amparar la usura de los banqueros antes que impedir que una persona que, por culpa de la mala gestión económica que ellos mismos han realizado a propósito, ha perdido su casa, y, encima se la condena para siempre a la miseria y a vivir encadenado a una deuda interminable que no le permitirá volver a acceder a nada, ni siquiera a contratar un teléfono móvil.
Y ya puestos a hablar de escraches, vamos a hablar de todos. Porque no nos olvidemos que periódicamente grupos de ultraderecha se manifiestan delante de clínicas de planificación familiar para “escrachar” a mujeres que han ido a abortar o, simplemente a informarse.
Y aún más. A aquellos que aplaudían las concentraciones delante de las casas de políticos del PNV o de las Herriko Tabernas en los ´90 y ´00, como Rosa Díez y muchos dirigentes de la derecha, no les debería parecer mal que se haga delante de los de los demás. ¿O es que el escrache solo es democrático cuando soy yo el que descarga su rabia?
Señores del PP (y del PSOE), no se escandalicen tanto y legislen para quien tienen que hacerlo, y verán que las cosas se calman en lugar de empeorar. Y no olviden que esta situación solo tiene unos responsables: USTEDES.
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