miércoles, 14 de agosto de 2013

Cuando la ideología es un valor

ANTONIO CRIADO | Secretario Gral. de ISI - ES

publicado en 
http://www.cronicapopular.es

Juan es albañil, es un trabajador nato, trabaja desde que su padre con 12 años lo llevó a la obra por primera vez.

Juan se ennovió, se casó y tuvo dos hijos, su vida era todo lo placentera que puede ser la vida de una persona sencilla, no se metía en problemas, no bebía; su vida era el trabajo y su casa, la política no le atraía y le solía decir a su hermano Antonio, que era militante de una organización de izquierdas, "yo con los partidos no quiero nada, que son todos iguales".

A Juan le gustaba progresar, se metió en cambiarse de casa, porque se ilusiono con una vivienda que vio en una Urbanización selecta, puso su casa en alquiler y se metió en una hipoteca de unos 900€ mensuales que al poco se convirtieron en 1200€, pero como alquilo su casa, con su trabajo cubría perfectamente las mensualidades.

Un día de cobro, cuando Juan se pasó por la oficina de la obra para cobrar, se extrañó de que aquello estaba llenos de compañeros que estaban muy alterados, los nervios a flor de piel. Juan pregunta y un compañero le cuenta que el destajista dice que no les puede pagar, porque Dragados no le paga y además le ha quitado la contrata; allí se arma la de dios y tras más de dos horas logran hablar con el contratista, este les confina la noticia: ”No os puedo pagar y además nos hemos quedado sin obra”.

Aquí comienza el calvario de Juan, donde era todo trabajo, trabajo no hay; el inquilino de su piso le comunica que no le puede pagar, porque le han despedido, el banco le telefonea para decirle que le han devuelto la hipoteca, su padre le llama, "Juan el banco me ha llamado para decirme que tú has devuelto tu hipoteca y me advierte que yo soy tu avalista".

Juan está desesperado, por más que busca nada encuentra, en casa todo son problemas, su mujer Ana siempre está de mal humor y culpa a Juan de no haber tenido cabeza, el banco les acosa y les ha mandado la notificación de embargo; el inquilino de su casa se ha ido y le ha dejado cinco meses sin pagar del alquiler. Ana, su mujer, no aguanta más coge a los niños y se va a la casa de sus padres dejándole una nota a Juan: "Yo no puedo aguantar más, esto no es vida, no me busques, déjame en paz".

El banco hace efectivo el desahucio y Juan se refugia en casa de sus padres que también están amenazados. Juan acompaña a su hermano Antonio a una reunión donde se habla sobre desahucios y derechos humanos. Escuchando aquello Juan se harta de llorar y se maldice por haber sido tan superfluo. Juan le dice a su hermano que se quiere implicar en la “lucha” y acude a cuantas reuniones puede. Hoy Juan es un destacado militante de las plataformas y le ha pedido a su hermano unirse a la organización de izquierda. Juan suele contar, y repite, que cuando pensó en tirarse delante del tren le surgió la esperanza de poder ayudar a otros y de paso ayudarse él.

La historia de Juan es la de miles de trabajadores atrapados por la cultura neoliberal.

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Antonío,buen escrito,como siempre que te leo,me encanta como escribes
      Juanita

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  2. Gracias por este bello ejemplo de como se pueden romper las cadenas de la desesperanza y la soledad y cambiarlas por la solidaridad y la actividad liberadora.

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