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nuevatribuna.es | lacasademitia.es
En
el corto espacio de una semana han coincidido tres acontecimientos
internacionales de primer orden que, sin embargo, no han sido convenientemente
relacionados por ningún medio de persuasión masivo: la cumbre bilateral
EEUU-China, la reunión del Club Bilderberg y las revueltas en Turquía.
Hay
medios de información digitales que han publicado las intenciones de Occidente
para invadir Siria provocando un definitivo golpe de Estado mediante la
intoxicación informativa en el interior del país. De esta manera, se salvaría
la oposición de China y Rusia a la invasión occidental. En esos planes se
contaría con la colaboración de grandes empresas de telecomunicación e
informativas para bloquear convenientemente las emisiones en el interior del
país y transmitir informaciones y vídeos enlatados que ofrecerían a los sirios
una visión confusa o falsa de los acontecimientos reales y, así, desmoralizar y
desmovilizar a quienes siguen apoyando al régimen de Al Assad.
Hay
también medios digitales que recogen las cada vez más extendidas opiniones de
periodistas e investigadores acerca de las verdaderas intenciones de las
reuniones anuales del Club Bilderberg, que no serían otras que planificar la
agenda anual del “Gobierno del Mundo” que opera en la sombra, al margen de la transparencia
política e informativa. La verdad es que el secretismo con el que dicho Club
delibera, sin ofrecer públicamente sus conclusiones, conduce a sospechar que
algo de cierto hay en esos fundados temores que recogen algunos medios. Los
ciudadanos europeos y estadounidenses, que somos contribuyentes y electores,
deberíamos exigir que las reuniones del Club Bilderberg fueran “en abierto”, ya
que a las mismas acuden representantes políticos que ocupan puestos de
responsabilidad ejecutiva o legislativa.
Muchos
piensan que el gran capitalismo global, viendo las orejas al lobo, ha terminado
por asumir que es más fácil desentenderse de unos cuantos millones de personas
que implementar políticas que ayuden al progreso y desarrollo de las naciones.
Así, el desmesurado crecimiento de la última década -con el consiguiente
deterioro de recursos básicos y medio ambiente- habría llevado a “los amos del
mundo” a convencer a los gobiernos de que la mejor solución para salir del
atasco financiero y económico -a que nos ha llevado la ambición desmedida de
los grandes grupos de inversión- es atemorizar a las poblaciones, primero, y
someterlas a políticas restrictivas, después, con las que progresivamente irán
saliendo del sistema cientos y cientos de miles de desempleados, jubilados,
enfermos, etc. Incluso hay opiniones convencidas acerca de la participación del
gran capital en la distribución barata de drogas en los mercados de la
exclusión y la pobreza, para facilitar y adelantar la salida del sistema de
quienes ya no pueden encontrar otra salida. Así, han salido informaciones al
respecto la semana pasada sobre esta cuestión en Grecia y Rusia, por ejemplo.
Ya
los primeros o antiguos marxistas, hace más de un siglo, explicaron las
“guerras del capital”, cíclicas cada diez años aproximadamente, y que
responderían a embotellamientos del crecimiento capitalista que se resolverían
con la liquidación de mercados saturados y la exploración de mercados
emergentes a través de guerras comerciales, dinerarias e incluso bélicas.
Fueron varias las de esta última tipología que asolaron nuestros siglos XIX y
XX y, para muchos, detrás de todas ellas asomaba la mecha del capitalismo. Lo
cierto es que hace diez años tuvimos una guerra internacional, la de Irak, y
diez años después, en 2013, parece que se está preparando otra, la de Siria,
que podría incluir a Irán.
¿De
qué han hablado esta semana en el rancho californiano los líderes de EEUU y de
China? ¿De qué han hablado esta semana en el Club Bilderberg? ¿Son casuales las
revueltas desmedidas en Turquía a cuenta de la construcción de un centro
comercial, que ha prendido la llama de una revolución? ¿Cuántas veces estuvo la
CIA detrás de revueltas similares?
¿No
se habrá acordado con China la no intervención de su país en Siria, a cambio de más ventajas comerciales o a
cambio de un laissez faire (“dejar
hacer”) en África, donde China se alimenta de materias primas necesarias para
su expansión económica, tema éste el de África también en la agenda del Club
Bilderberg? ¿No se habrá acordado en Hertfordshire, lugar de encuentro de dicho
club, la financiación de la guerra occidental contra Siria?
¿No
se está preparando en Turquía la excusa perfecta para que su Gobierno facilite
las operaciones contra Siria, reprimiendo y sujetando convenientemente a una
parte de los turcos que se opondrían a dichas operaciones o acusándolos
directamente de estar provocados y financiados por Siria? O bien, si fuese el
líder turco, Erdogan, quien se opusiera a que su país fuese el teatro principal
de operaciones contra Siria, ¿no se estará buscando con estas revueltas en
Turquía –que cogieron a Erdogan fuera del país- la justificación para un golpe
de Estado que reprima las libertades civiles y políticas mientras dure la
guerra contra Siria? Recordemos los recientes rifirrafes entre los ejércitos
turco y sirio, que bien podrían haber sido ensayos para medir las fuerzas de
uno y otro, buscando y encontrando el conveniente y necesario casus belli o “motivo de guerra”.
¿Es
ésta la realpolitik (“política de la
realidad”) que se nos oculta a los ciudadanos occidentales, contribuyentes y
electores? Sea como fuere, será difícil demostrar la relación e intencionalidad
de estos tres acontecimientos semanales pero, sin duda, cada uno de ellos en
conexión con los demás alimenta la teoría de que la política internacional no
es más que un juego de intereses ocultos -no de ideales- que coinciden casi
siempre con grandes y potentes intereses económicos y comerciales. Los
gobiernos, débiles ante el poder del gran capital, no pueden –o no quieren-
hacer otra cosa que poner jirones a los desgarros que el capitalismo provoca
cada cierto tiempo a la Humanidad. Y explicarlo lo mejor posible, es decir,
desviando la atención del foco, con la conveniente colaboración de los grandes
medios de persuasión al servicio también del gran capital y de los “intereses
de Estado”.
¿O
cabe todo dentro de la sempiterna “casualidad”, “tormenta perfecta”,
“confluencia de los astros” o “coincidencia de factores causales”? Que cada
cual escoja la explicación que más le convenza. Yo ya tengo la mía.
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