publicado en :
cronicapopular.es | sanborondon.info
lacasademitia.es | extremaduraprogresista.com
canarias-semanal.org
El
pasado sábado 1 de junio tuvieron lugar las manifestaciones europeas contra la troika, siguiendo la convocatoria del
movimiento portugués que la ha popularizado. Con esas manifestaciones se ponía
de relieve el rechazo del sur de Europa a las medidas austericidas que está imponiendo dicho ente, formado por la Comisión Europea
(CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI),
respaldado convenientemente por el Consejo de la Unión Europea , que
está dominado, como todos sabemos, por el gobierno alemán y sus aliados, los
gobiernos de Holanda, Austria y Finlandia, principalmente.
Las
manifestaciones, aunque no masivas, responden a la opinión mayoritaria de los
pueblos del euro-sur, expresada en
reiteradas encuestas, que rechaza de plano la transferencia de soberanía
económica que los poderes representativos nacionales (gobiernos y parlamentos)
han hecho a unas instituciones no electivas -al menos no por sufragio directo-
lo que supone un salto cualitativo en la construcción de la Unión Europea pues,
de golpe, se nos impone un gobierno económico que no pasa por las urnas.
A
tal déficit democrático se une la percepción mayoritaria de los pueblos del euro-sur de que todas las medidas austericidas se imponen a la población
sin el debido y sosegado debate y con el único objetivo de salvar a la banca de
un cataclismo, ayudándola a pagar la deuda que tiene contraída con la banca del
euro-norte, especialmente con la
alemana.
Los
poderes representativos nacionales (gobiernos y parlamentos) se defienden
aduciendo que cumplen con el principio de legalidad expresado en las Constituciones,
haciendo cumplir las leyes, y se escudan en la defensa numantina de unas
políticas que no admiten enmienda. Sin embargo, dichos poderes representativos,
al imponer medidas que empobrecen a los pueblos, es decir, a sus representados,
están incumpliendo flagrantemente el principio que los sustenta en el poder,
que no es otro que el principio de representatividad, ya que están legislando y
gobernando solo para la defensa de unos intereses particulares muy poderosos –la
banca y la gran empresa- a costa de perjudicar considerablemente los intereses
generales, que no son otros que los de la inmensa mayoría de la población. Lo
más grave de todo es que esa transferencia de poder soberano, arrebatado al
pueblo elector, se está entregando sin ocultismo a instituciones políticas y
financieras no directamente electivas, gestionadas por emisarios de las grandes
corporaciones a través de tecnócratas ligados a ellas que ocupan puestos de
responsabilidad en dichas instituciones (BCE y FMI) y a través también de los
respectivos lobbies que operan impunemente ante la Comisión y el Parlamento
europeos.
Incumplido
el pacto de representatividad por gobiernos y parlamentos, ¿tiene derecho la
población a forzar la recomposición de dicho pacto mediante la presión social?
Definitivamente, sí, pero ¿cómo? En las edades Media y Moderna se justificaba
el tiranicidio –es decir, la muerte
del tirano- cuando el monarca incumplía alguna de las Leyes Fundamentales del
Reino. Una de ellas era el gobierno para
el bien común, así que cuando el pueblo -o una parte influyente del mismo-
llegaba a la conclusión de que su rey gobernaba a espaldas de su reino,
perjudicando sus intereses, se echaba a la calle provocando revueltas o
secundaba golpes de palacio que
cambiaban la corona de manos. En la Antigüedad , tanto atenienses como romanos se
echaban a la calle cuando veían lesionados sus derechos e intereses, forzando
con ello a las autoridades a corregir sus medidas, lo que no siempre se
conseguía pues a veces el pueblo era reprimido con dureza.
Descartada
la violencia por parte de la inmensa mayoría de movimientos políticos y
sociales, y ante la indoblegable actitud de los poderes representativos frente
a la contestación social de sus representados, ¿quién tiene el instrumento
adecuado para elevar la presión ciudadana ante los poderes políticos, que están
actuando como correas de transmisión de los poderes financieros? Nadie más que
los sindicatos mayoritarios del euro-sur,
es decir, los grandes sindicatos de tradición socialdemócrata o comunista que
cuentan con la suficiente infraestructura y capacidad de convocatoria para
tensionar el rechazo a las políticas austericidas.
Sin embargo comprobamos, año tras año, que la acción sindical desplegada hasta
ahora por dichos sindicatos no ha surtido apenas ningún efecto, desmovilizando
y desincentivando cada vez más a los trabajadores supuestamente por ellos
representados. Y así, la clase trabajadora se encuentra en un callejón sin
salida pues ve cómo sus esfuerzos y su lucha queda diluida en meros actos
testimoniales de su rebeldía.
Ahora
bien, ¿han agotado los sindicatos mayoritarios todas las posibilidades de
lucha? No, pues la última convocatoria conjunta en el sur de Europa se dio de
manera desigual ya que en España se convocó una huelga general de ocho horas,
en Italia huelgas parciales sectoriales, en Portugal una huelga general de
media jornada –si no me falla la memoria-, en Grecia solo manifestaciones pues
la huelga general se había celebrado unos días antes... Sea como fuere, aunque
mis datos no sean del todo exactos, se recordará perfectamente que aquella tan
solicitada huelga general europea no fue lo que se esperaba de ella y frustró
las expectativas del movimiento obrero del euro-sur.
Hace
falta, por tanto, una respuesta contundente y definitiva del sindicalismo
mayoritario de clase europeo. Y esa respuesta no puede ser otra que la
convocatoria de una huelga general indefinida en el área del euro-sur (Portugal, España, Italia,
Grecia, Chipre…) acompañada de manifestaciones masivas que saquen cada día a la
calle en las principales ciudades a un millón de personas como mínimo en los
respectivos países. Solo una acción conjunta de este calibre haría vencer los
miedos particulares que cada trabajador tiene en su respectivo país,
administración pública y/o empresa. Lo que habría que preguntarse es por qué
los grandes sindicatos no están por la labor de llegar a tanto pues ni está en
su agenda ni en sus declaraciones ni mucho menos en sus reuniones de la Confederación Europea
de Sindicatos (CSE). Y si lo está, desde luego públicamente no se conoce.
De
no ser así, no habrá nada que hacer, salvo esperar a que el voto ciudadano
cambie de orientación y fuerce los cambios apropiados en la mayoría de países
de la Unión Europea ,
aunque dada la desunión de la izquierda y la conversión de la socialdemocracia
europea al liberalismo social, ni siquiera esos cambios auguran nada nuevo ni
bueno a las clases medias y populares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario