FRANCÍ
XAVIER MUÑOZ
Sº
Organización ISI ES
La
noticia de la posible candidatura al Parlamento Europeo del profesor,
presentador y contertulio Pablo Iglesias (qué ironía la del destino en su nombre)
ha corrido como la pólvora en pocos días, avalada por la presentación del
manifiesto “Mover ficha: convertir la
indignación en cambio político”, firmado por intelectuales, periodistas y
activistas sociales y políticos. El viernes 17 por la mañana está prevista la
rueda de prensa de los promotores para concretar su apuesta por una candidatura
ciudadana, abierta y participativa, que debe contar con el impulso inicial de
50.000 firmas. Entre las propuestas iniciales quizá la más llamativa sea la
renuncia a contar con financiación bancaria, fiándola toda a la colaboración
popular, aunque quizá la que arranque más adhesiones sea esa promesa de contar
con la gente, con la ciudadanía, para elaborar el programa y la propia
candidatura. También es atractiva la pretensión unitaria de dicha convocatoria con
toda la izquierda política y social y quizá sea éste el objetivo buscado más
que la propia candidatura en sí misma.
Pablo Iglesias no está solo en esta aventura; le acompañan otros
profesores e intelectuales como Juan Carlos Monedero, Jaime Pastor o Iñigo
Errejón y, seguro que si se concreta la apuesta por la candidatura, otros profesionales
y activistas se sumarán a la iniciativa, una iniciativa ansiada por esa
ciudadanía de izquierdas social y política que no se encuentra representada
actualmente por los dos grandes partidos progresistas, PSOE e IU. Precisamente,
la iniciativa de Pablo Iglesias que, si no me equivoco, se enmarca en el
proyecto “Podemos, que decida la gente”,
ha levantado suspicacias en el entorno de IU por la posible división que
generaría en el voto de izquierdas.
También
ha levantado suspicacias la reciente promoción que La Sexta ha dado a Pablo
Iglesias en sus tertulias; son muchas las voces que sospechan que esa promoción
busca, precisamente, la fragmentación y dispersión del voto de izquierda para
que IU no llegue a sobrepasar al PSOE. Esta teoría, de ser cierta, presupondría
que La Sexta
conocía las intenciones de Iglesias o que, incluso, habría sido La Sexta quien lo habría convencido
para que se presente a las elecciones europeas. Lo cierto es que los grandes
partidos europeos tienen miedo a estas elecciones porque saben que la
circunscripción es única, nacional, y por tanto los escaños se obtienen en
proporción directa al número de votos que reciben, superado el límite
porcentual para entrar en el recuento. Y saben, también, que esta circunstancia
será aprovechada por el electorado para asestar un voto de castigo a los
partidos que siguen el dictado de las políticas neoliberales de austeridad
marcadas por Alemania y la troika
(CE, BCE, FMI).
Sea
como fuere, ¿cómo se ha llegado al paso adelante que da Pablo Iglesias y su
entorno? Por el insoportable cansancio y agotamiento que esa izquierda social y
política alternativa lleva acumulando desde el inicio de la crisis al ver cómo
se estrellan contra el suelo sus proclamas a la unidad de la izquierda
anti-troika. En abril del año pasado demandaba yo aquí mismo la formación de un
frente amplio de izquierdas anti-neoliberal
que partiera de las reuniones al más alto nivel de los dirigentes de los
principales partidos de izquierda, estatales y autonómicos. Decía entonces que
era urgente una “platajunta” como la que se formó al final de la dictadura
franquista, con la salvedad de que ahora solo aglutinara a la izquierda
alternativa, social y política. Y como yo, otros muchos y otras muchas
organizaciones vienen reclamando ese “frente popular” desde hace años, ese
frente amplio anti-neoliberal sin exclusiones. La última iniciativa a ese
respecto, Suma, la gente primero, que
también alentaba yo aquí mismo hace dos meses, se estanca ante la inercia de
las grandes formaciones a imponer a las pequeñas sus procedimientos y puntos de vista. Ha habido otras
iniciativas, por supuesto, y todas desde la base, desde abajo; quizá por eso
mismo no ha cuajado ninguna, quién sabe.
En
mi opinión, la iniciativa en torno al profesor Pablo Iglesias pone de
manifiesto dos cosas: la necesidad que sigue habiendo de una alternativa
electoral de izquierda social y ciudadana, y el fracaso de la izquierda
política para encauzar esa misma demanda. Para mí, son culpables los dirigentes
de todos los partidos a la izquierda del PSOE de ese fracaso, pues ante un
momento histórico como el que vivimos, similar al de 1931, esos dirigentes de
izquierda han sido incapaces de anteponer los intereses de la ciudadanía
castigada a sus propios intereses, que no son otros que incrementar la
representación parlamentaria de sus partidos que anuncian unas y otras
encuestas. Al final, el sufrimiento de la mayoría sucumbe ante el electoralismo
de unas élites políticas que siguen sin escuchar al pueblo y creen que la
crisis política, con el consiguiente cambio de paradigma, no va con ellos.
La
mayoría de los partidos de izquierda no quieren asumir la dirección de un
cambio de rumbo, se conforman con la ruptura del bipartidismo y el reparto de
las migajas que les toque. Esa es la percepción mayoritaria que tiene hoy la
izquierda social y ciudadana, quizá la izquierda más abstencionista. E
iniciativas como la del profesor Iglesias y su entorno nos animan a creer en
opciones que den voz a la mayoría que grita “no nos representan” o “lo llaman
democracia y no lo es”, que den altavoz a ese resto del 99% que está sufriendo
lo peor de la crisis y sus soluciones neoliberales. Las elecciones europeas nos
brindan la oportunidad de votar lo que queramos, lo que realmente deseemos, lo
que pensemos que mejor nos representa, pues son las únicas elecciones con
circunscripción única estatal y, por tanto, podemos en ellas manifestar nuestro
voto sincero y no nuestro voto útil. Quizás en el resultado se aprecie ese
castigo a los partidos que no se enteran de nada o que solo toman nota.
Lo
que resulta seguro es que Pablo Iglesias y sus compañeros de viaje tendrán que
prepararse para recibir las críticas de quienes los tachen de oportunistas y
populistas, acusándolos de querer pescar en río revuelto para aprovecharse del
voto de castigo y, así, conseguir algún escaño en Bruselas que les permita
vivir de la política durante un tiempo. E incluso es posible que la iniciativa
del profesor Iglesias solo busque dar un toque de atención a esos partidos de
izquierda que apenas acusan recibo del descontento social y no llaman a la
rebelión ante los millones de parados, cientos de miles de desahuciados, millones
de pobres, cientos de miles de jóvenes sin futuro, miles de exiliados
económicos, etc. Si el anuncio de la candidatura encabezada por Pablo Iglesias
fuera el aldabonazo que hacía falta para que la izquierda política formara un
frente amplio y unitario, ya habría conseguido lo que muchos llevamos años
clamando en el desierto. Así que, aunque solo sea por esa ilusión o esperanza,
bienvenida sea la iniciativa. Y a quienes
azuzan con el miedo a la fragmentación del voto de izquierda, que
dirijan sus quejas y gritos a sus dirigentes, que son los principales
responsables de esa fragmentación, junto con la ley electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario