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Vivimos en una etapa en la que la parte más activa de la ciudadanía apuesta por la radicalidad democrática.
Vivimos en una etapa en la que la parte más activa de la ciudadanía apuesta por la radicalidad democrática.
Una radicalidad democrática que la vieja izquierda política no entiende ni defiende. Radicalidad democrática en todos los ámbitos, tanto sociales como laborales, políticos e institucionales. Se trata de un cambio en la forma de relacionarnos.
En el momento actual estamos desembarazándonos del modelo fordista en el ámbito político e institucional, también lo haremos en el productivo-laboral. Tendemos a establecer un modelo nuevo de relaciones sociales entre los seres humanos. Y la apuesta, la única posible, es la radicalidad democrática.
Eso es lo que representa Syriza y el Movimiento 5 Estrellas. Esta radicalidad democrática no la encarna ni el PASOK griego ni el KKE; como tampoco la encarna la coalición de izquierdas de Bersani en Italia. Todo esto es lo viejo que ha de ser trascendido. En el Estado español tampoco representan esta radicalidad democrática las viejas partitocracias de la izquierda, ni el PSOE, ni IU-PCE, ni tampoco ICV-EUiA.
En Grecia esa radicalidad democrática y sin complejos la representa Syriza, una Syriza que no es ni PASOK ni el KKE; en Italia esa radicalidad democrática y sin complejos la representa el Movimiento 5 Estrellas que no es Bersani ni las organizaciones títere del sistema que le acompañan. Tanto en Grecia como en Italia las viejas partitocracias tienden a unirse en un proyecto único, así lo impone la Unión Europea: En Grecia ND-PASOK y en Italia PdL-PD. Berlusconi ya ha lanzado esa propuesta a Bersani.
El PSOE es obvio que no ocupa ese espacio de ruptura democrática frente a los partidos del sistema, como tampoco lo ocupa la otra pata de la vieja izquierda tradicional y conservadora que es la IU-PCE y, para decir esto, a las evidencias me remito: En Andalucía es la muletilla del PSOE, en Extremadura la muletilla del PP y en Asturias está igual que a nivel del estado, ausente y sin liderar un proceso de acumulación de fuerzas que inviertan la situación. La única vida que percibimos en IU-PCE es la relativa a la autorepresentación de sus estructuras en el ámbito institucional.
Por todo ello a nivel estatal deberá surgir, surgirá antes o después, una plataforma de emergencia, a modo electoral, que lidere políticamente la indignación. Pues la vieja izquierda tradicional (PSOE e IU-PCE) no está demostrando capacidad ni legitimidad para hacerlo.
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