Como
dice Daniel Cohn-Bendit "Los retos del siglo XXI están pidiendo una
metamorfosis y un cambio de las formas políticas. La democracia exige
una organización que respete la pluralidad y la singularidad de sus
componentes. (…) Imagino una organización polinizadora, que aglutine las
ideas y las transporte y fecunde con ellas otras partes del cuerpo
social. (…) Ni partido-maquina, ni partido-empresa, preferiría que
inventásemos juntos una 'cooperativa política'. Es decir una estructura
capaz de producir significado y de transmitir sentido político y tomar
decisiones estratégicas (…) para garantizar a cada uno la propiedad
común del movimiento y la puesta en común de sus beneficios políticos."
Florent Marcellesi, en su reflexión titulada "la cooperativa
política" aporta algunas ideas interesantes en este sentido a tener en
cuenta.
Se trata de generar una dinámica amplia, horizontal y
participativa que huya de la verticalidad y monolitismo partidista y
sepa adaptarse a la sociedad reticular y plural actual. En nuestro seno,
tenemos que superar los sistemas representativos tradicionales que
intentan canalizar la participación política hacia partidos burocráticos
y oligárquicos, dirigidos por una élite activa y bien (in)formada (...)
construyamos una organización que sea a la vez más que un partido y más
que una red: un espacio de regeneración cívica y democrática que pueda,
como afirma Cohn-Bendit, "repolitizar la sociedad civil al mismo tiempo
que civiliza la sociedad política".
Además de esta indispensable dinámica arriba-abajo, la construcción
de una organización perenne y sólida requiere una verdadera penetración
de la sociedad civil en el partido-red. La dinámica abajo-arriba, a
través del empoderamiento de las bases de forma cooperativa y
deliberativa, es un requisito imprescindible para que el movimiento
camine con pies y cabeza.
“la red” es ante todo una mentalidad y una forma de trabajar
adaptada a la sociedad del conocimiento basada en la inteligencia
colectiva y la propiedad común, como puede ser la lógica cooperativa del
software libre o los “grupos inteligentes”. Es una búsqueda constante
de sistemas organizativos basados en competencias en vez de jerarquía,
con una fuerte especialización horizontal y voluntad de consenso, y
donde todos los miembros pueden tener autoridad para tomar decisiones y
llevar a cabo acciones. Asimismo la fuerza de las redes, físicas o
virtuales, reside en su capacidad de mover y mezclar personas y
organizaciones de diferentes intereses o círculos, con compromisos
flexibles según objetivos y afinidades, desde lo territorial a lo
sectorial.
Necesitamos una estructura —y un espíritu— lo suficiente flexible y
elástica para acoger individuos y colectivos con diferentes trayectorias
vivenciales y/o políticas. Eso supone la construcción de un liderazgo
colectivo y polifacético, así como de un ideario plural y no dogmático,
que permita la correcta inclusión y representación organizativa y
pública de las diferentes sensibilidades que sustentan el nuevo sujeto
político.
Decidir por la fuerza del mejor argumento y no por coacción. Volver a
hacer de la gestión de la res publica algo más noble, donde según
Habermas el resultado de un discurso no puede decidirse por coacción
sino por la fuerza del mejor argumento.
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