miércoles, 12 de febrero de 2014

"Somos un pueblo que sufre, pero que está en pié"


Dos escritores, un vasco y un tuareg, hablan de una realidad oculta en el norte de Mali
“SOMOS UN PUEBLO QUE SUFRE, PERO QUE ESTÁ DE PIÉ”
Julio Flor / Santurtzi
Los escritores Carlos Ortiz de Zarate y Moussa Ag Assarid juntaron su quehacer literario el pasado viernes en Santurtzi para hablar de una realidad silenciada, la que palpita en la parte septentrional de Malí, conocida como el Azawad, donde diferentes pueblos, entre ellos el tuareg, reivindican la independencia respecto al Estado fallido de Malí.
“El norte de Mali es tan grande como Francia. Allí convivimos cuatro etnias, entre ellas los tuareg, que hemos convivido sin problemas. No hay industrias, ni carreteras, ni dispensarios... Vivimos con la naturaleza que nos da lo indispensable. Cada día pasamos de 60 grados, incluso 70, de temperatura, a los cero grados del anochecer. Y tenemos que buscar el agua a 100 metros bajo tierra. Hemos sufrido tremendas sequías, la última en 2010… Pero lo peor de todo es la guerra a la que nos condena la opresión del Estado de Malí”
Fueron las palabras tranquilas del tuareg Moussa Ag Assarid, uno de los pocos universitarios que desde el desierto del Sahara viajaron a Francia para estudiar en sus universidades y publicar diversos libros, uno de ellos “En el desierto no hay atascos” ha conseguido vender más de 70.000 ejemplares. “Mali quiere confrontar a los sedentarios contra los nómadas, cuando ya hemos demostrado que sabemos convivir”.
Moussa explicó que el gobierno títere de Mali (que se lleva una parte importante de los negocios que Francia dirige en las ricas tierras de Malí) ha enviado terroristas a la zona del Azawad, lo que le ha servido a Francia como pretexto para intervenir militarmente en la zona, ante el silencio de Europa. “Nadie tiene que venir a solucionar nuestros problemas. Esos problemas los debemos resolver nosotros. Con sus políticas neocoloniales, el Azawad es un hoy un pueblo que se ahoga. Tiendo la mano hacia los pueblos. No hacia los Estados. Pido la solidaridad del pueblo vasco”.
El escritor Ortiz de Zarate (Santurtzi, 1944) confirmó que “Mali es un estado fantoche y títere de más altos intereses”. “La intervención militar en el norte de Mali (2013) puso fin a graves conflictos, pero también al sueño de ciudadanas y ciudadanos que han sabido organizar sus territorios desde la Antigüedad, habiendo creado poderosos imperios. Ellos no han cesado de argumentar en el desierto sus propuestas desde que los descolonizadores franceses los incluyeron en un Estado que no comparte sus preocupaciones, intereses o proyectos”
En la novela de Ortiz de Zarate “El principado de la Fortuna” se presenta la perspectiva de la última insurrección tuareg, que se produjo en la privamera de 2012. Su libro recoge los acontecimientos, con hechos y personajes reales, hasta el otoño, en que se zanja, en falso, el conflicto con la intervención militar promovida por el presidente Hollande. Sus dos personajes principales (inventados), Yves de la Hay y Ahmed Lakkhoua, presentan las perspectivas de la última insurrección tuareg. Yves de la Hay es un alto funcionario del Quai d'Orsay, especializado en la región del Sahara. Ahmed Lakkhoua es un tuareg, potente empresario cuyo negocio proviene del tráfico de objetos de lujo, incluidos seres humanos que circulan por el Sahara e interlocutor y agente de Francia en la región
La novela “El principado de la Fortuna”, del que fuera profesor en Santurtzi, Carlos Ortiz de Zarate, muestra el abandono de las poblaciones trashumantes del Sahara, víctimas del tránsito mortífero de drogas, armas, rehenes y extremismos de los que, a lo largo de la historia, han huido los antepasados de los Lakkhoua, desde la invasión de los almorávides al imperio de Ghana.
Ambos escritores son una ventana abierta a la información, al encuentro de las culturas. La luz de los textos de Ortiz de Zarate y Ag Assarid llegan a las librerías para seguir indagando en una realidad que se nos escapa, si bien no está muy lejos de nosotros, y que explica algunas de las incertidumbres del siglo XXI. En su libro “En el desierto no hay atascos”, el escritor tuareg lamenta que “los nómadas nunca hemos conseguido estar incluidos en ninguna disposición administrativa. En Mali nos definimos por nuestra relación con una etnia antes que por un país. Desde que tenía unos trece años me ha tocado amalgamarme en alguna otra cultura sin olvida la mía”.
Moussa deja en el aire, con su libro, una pregunta: “¿Es posible que no haya sufrimiento que no sea fértil?”, con el que expresa su optimismo cara al futuro. Una esperanza que ni oculta ni desconoce el alto coste en sufrimiento humano que aún les espera a los suyos en el desierto del Azawad.

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